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DE AMBIENTALISTA A PANGEÍSTA

«Solo le saqué a la piedra lo que le sobraba», comentó Miguel Ángel luego de esculpir a su Moisés. A veces, para acercarnos al corazón del asunto, es útil el descarte: no sé muy bien quién soy, o adónde voy, pero sé bastante bien quién no soy y a dónde no quiero ir. A tal efecto, no quiero guerra, no quiero que se extingan otras especies por nuestra culpa, no quiero desigualdad y pobreza, no quiero corrupción, y no quiero muchas otras cosas. Por el contrario, quiero paz, quiero que los ecosistemas brillen de salud, quiero igualdad de oportunidades, quiero políticos y empresarios que trabajen todos los días con honor y ética en pos del bien común, y quiero muchas otras cosas.

Digo «quiero» y no «deseo», a propósito, en este caso, porque desear[1] es querer algo efímero, de corta duración, y querer es desear algo sostenidamente. Todo eso, y más, entonces, es lo que quiero y no quiero. Por eso, sin querer queriendo, hace semanas que me cuestiono: «¿cómo denomino esto?».

Cuando me preguntan quién soy, a qué me dedico, cuál es mi filosofía, ideal o religión, ¿qué contesto? ¿Cómo me presento? ¿Cómo me definiría en una, dos o tres palabras? Cuando digo «hola, soy Máximo Mazzocco, ambientalista», ¿no me siento extraño e incompleto? (Porque no soy solo eso). ¿Cómo le expreso a alguien que, individual y colectivamente, mi objetivo es acercarme a «eso que quiero» y alejarme de «eso que no quiero»?

El otro día, contestando un e-mail, me la jugué: «Hola, soy Máximo Mazzocco, ambientalista, mundomejorista, pacifista, biodiversalista, sostenibilista, transicionalista, terricolista, ecosistemista, biosferista, humanista, minimalista, pluralista, interdependentista, naturista, altruista, regenerativista, glocalista, conservacionista, antiespecista, biocracista, demócrata,[2] teosofista,[3] antroposofista, ecofeminista, más casi todas las concepciones[4] que pueda inventar o enunciar que impliquen “patear para el lado del bien común”… ¡Ah! Y además trabajo todos los días para intentar conocerme a mí mismo (con todo lo que eso conlleva) y bajar a la realidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o del buen vivir, u otros similares… ¡Un placer saludarte!».

Claramente, ante semejante flasheada, no me respondieron el e-mail. «Este pibe está loco», habrán pensado, pero valía la pena intentarlo. Entonces, me puse a recalcular: ¿cuál es la palabra que me identifica como un buscador del bien común, lo desconocido, la sostenibilidad, y que me define sin limitarme?

El pangeísmo, en pocas palabras, es la búsqueda de la sostenibilidad colectiva y la mejor versión de uno mismo. Es para todos los locos que tenemos ganas de hacer libre uso de nuestra subjetividad y danzar un poco con la realidad. En conclusión, me vuelvo a presentar:[5]

¡Hola! ¿Cómo estás? Soy Máximo Mazzocco. Terrícola, humano, pangeísta[6] y ambientalista.[7]

Fragmento del libro “Apuntes de un Ambientalista: hacia una filosofía para la sostenibilidad” de Máximo Mazzocco.


[1] Aclaración: la noción de “desear” que estoy utilizando hace referencia al deseo animal, instintivo, de la conjunción físico-emocional (o “de los cuerpos inferiores”, según la constitución septenaria de la teosofía).
[2] Demócrata: persona que es partidaria de la democracia (no confundir con el Partido Demócrata estadounidense).
[3] Sobre la base de mi visión del mundo, casi todas las religiones, en origen (antes de contaminarse con el tiempo y la estupidez humana, que llevaron a muchas de ellas a cometer atrocidades), «hablaban de lo mismo, pero con otras palabras». La mayoría de los credos aspiran a la fraternidad universal, implícita o explícitamente (además, en el fondo, son excelentes vehículos de conciencia).
[4] Aviso por posible confusión: si creés que, cuando te mueras, no quedará absolutamente nada de vos (y pasarás a formar parte de «la nada»), también podés ser parte del pangeísmo, siempre y cuando compartas los objetivos mencionados.
[5] ¿Por qué colocamos primero «pangeístas» y después «lo otro»? Porque partimos del punto en común, de la similitud, de la aspiración individual-colectiva, y después mencionamos lo que nos diferencia.
[6] Sí, ¡me declaro pangeísta! Eso significa que me comprometo y aspiro a un mundo mejor. Tengo 30 objetivos colectivos y 7 individuales, y mi intención es caminar hacia ese horizonte. Durante el recorrido, naturalmente, puedo equivocarme miles de veces (o ser hipócrita), porque soy humano. Pero por lo menos tengo en claro hacia dónde voy; tengo una guía mínima de vida y de bien común que no se contradice con ningún credo, está 100 por ciento en línea con la agenda común global y es de fácil explicación.
[7] Considerando que nunca me enamoré profundamente de una religión, un partido político o una corriente específica, podría decir que, en definitiva, solo sé que soy pangeísta, ya que esta filosofía me invita a incorporar y utilizar lo que me parezca mejor de cualquier otra, sin trabas, contrapesos, obligaciones o frenos.